jueves, 31 de enero de 2008

Cuidados de la Piel

Cuidados de la Piel


La piel, frontera permeable que delimita el mundo interior del exterior, tiene por una lado la función de ser una verdadera coraza protectora y por otro, el principal órgano de comunicación de todos los estímulos recibidos del exterior por más sutiles y delicados que sean. Es el órgano más grande del cuerpo humano con 2 metros cuadrados de superficie, 4 kilos de peso y 0.2 milímetros de epidermis que nos protege del calor, del frío, del polvo, de miles de bacterias que están al acecho esperando el momento para entrar y de todo tipo de agresiones a las que está sometida diariamente. Es en definitiva, un cerebro a flor de piel.

El espejo del cuerpo es la piel

No es fácil mantener la piel sana por que de hecho no resulta fácil saber conservar adecuadamente la salud. La salud de la piel depende del estado de pureza que tenga la sangre y para que ésta se conserve en este estado, es necesario mantener los diferentes órganos sanos y en plena capacidad de funcionamiento. Los signos de la piel son signos evidentes del estado del cuerpo en toda su integridad. Desde el punto de vista de la medicina natural se considera a la piel como un tercer pulmón haciendo esto referencia a la función que realiza de eliminación de sustancias de desecho del metabolismo y a la labor de respiración cutánea, ambas de suma importancia para la salud.
Dada la relación de la piel con todos los órganos internos se sabe que el origen de muchos de sus trastornos se encuentra en alteraciones hormonales, una dieta tóxica, mal combinada o desequilibrada, estreñimiento crónico y focos infecciosos en la boca.

Lo que es fuera es adentro

La piel acumula o mejor dicho, se deposita en ella, toxinas metabólicas, bacterias, y demás sustancias de desecho que deben ser eliminadas. El organismo utiliza la función acumuladora de la piel cuando no puede liberarse del sobrante de sustancias a eliminar. Entre los aforismos del médico más célebre de la antigüedad a quién se apellida aún hoy el padre de la medicina, Hipócrates (460 a.C.) se encuentra; todas las enfermedades se curan por alguna evacuación por la boca o por el ano, por la vejiga o por otro emuntorio. El órgano del sudor es uno de los principales y común a todos los males. Es decir, muchas sustancias de desecho se almacenan y neutralizan en la piel, siendo el olor corporal de muchos individuos una muestra elocuente de ello.

Sólo este proceso nos muestra que el organismo tiene graves dificultades en su función eliminatoria y de que necesita ayuda inmediata. Si, además, dejamos de intoxicarla mediante un exceso de alimentos acidificantes como azúcares refinados, carnes, leche de vaca y harinas blancas, el resultado será un drenaje del tejido cutáneo que conservará en perfectas condiciones la tersura y la capacidad defensiva de la piel. La alimentación frugal, basada esta en zumos naturales, dietas de fruta o incluso ayuno permite limpiar a fondo el intestino, la piel conseguirá así librarse de todas las materias de desecho, recuperando su función y color normales.

La psicología para el cuidado de la piel

La piel guarda una estrecha relación con el estado mental del individuo. En ella se reflejan con notable elocuencia los sentimientos y emociones como vergüenza o angustia (rubor); miedo (palidez, erección de los pelos por la contracción de sus diminutos músculos cutáneos) y ansiedad (sudación).
Desde la formación del embrión humano se puede apreciar como la piel está íntimamente relacionada con el sistema nervioso, pues de hecho se desarrollan ambos órganos partiendo de la misma capa embriológica. Ya lo dice el refrán; "Tener la sensibilidad a flor de piel".
Dejemos que la ley de curación de Hahnemann (creador de la Homeopatía) se cumpla, la cual afirmaba que la tendencia fundamental del organismo es a desplazar un proceso mórbido de un órgano importante a otro menos esencial para la vida, precisamente esto es lo que sucede cuando se manifiestan alteraciones en la piel, que al ser suprimidas, desplazan la "morbosidad" a otra parte del organismo, en general más grave.

Anti-radicales libres para la piel

Hace ya años que se investiga acerca de los "radicales libres", fragmentos químicos sumamente reactivos que pueden romper las membranas de nuestras células y destruir sus núcleos al oxidarlas en exceso. A partir de aquí se han puesto de moda los antioxidantes; vitaminas, minerales, oligoelementos presentes en los alimentos de nuestra dieta que ejercen una acción protectora de la vejez celular y por tanto de los radicales libres.
De hecho, sin necesidad de ayuda externa, nuestro organismo ya posee sustancias que ejercen el papel de defensa, son las enzimas antioxidantes que sintetiza el organismo a partir de los alimentos que ingerimos y en la cantidad proporcional al volumen de radicales libres que genera el propio metabolismo humano.

Los antioxidantes presentes en la dieta aumenta el nivel de enzimas antioxidantes en las células, así la vitamina C, la vitamina E, el selenio, los carotenos, los Flavonoides, aminoácidos azufrados (Metionina y Cisteína) y la Coenzima Q-10, son los antioxidantes más potentes que se obtienen realizando una dieta rica en zanahoria, algas marinas, semillas oleaginosas (nueces), cereales integrales, frutas cítricas, bayas, cebollas, perejil, té verde, vino negro mosto negro y aceites vegetales.

Nutrición e hidratación para el cuidado de la piel

Los dos pilares básicos para el cuidado de la piel son una elevada hidratación y una correcta nutrición de substancias grasas. Cumpliéndose estos dos requisitos la piel ejerce correctamente su función principal; la protección.
Las frutas maduras, propias de la estación, las hojas de color verde intenso y las hortalizas de todo tipo deben constituir el papel más importante dentro de la dieta de la piel, pues son el grupo de alimentos que más agua contienen y que aportan también sales minerales, oligoelementos, enzimas, clorofila y vitaminas esenciales para la salud. Desde la dietética naturista se recomiendan un mínimo de dos raciones diarias de fruta y cuatro raciones (una ración es un plato normal lleno) de hortalizas y verduras al día preferiblemente crudas o cocinadas al vapor para aprovechar mejor todos sus nutrientes.

Los lípidos o grasas tienen una especial función para la piel, pues forman parte del manto hidrolipídico que la cubre para que nos proteja de las agresiones externas. A pesar de la mala reputación de las grasas, sin estas es imposible mantener una piel tersa y brillante. Es por ello que aceites de primera presión en frío de semillas como el sésamo nutren en profundidad y otorgan a la piel un aspecto más vital. Por supuesto el aceite de oliva virgen y todas las grasas que son de forma natural líquidas a temperatura ambiental son las más saludables siempre que las tomemos en crudo, es decir, sin freír o calentar.
Es importante consumir para la salud de la piel un elevado índice de lípidos poliinsaturados, que son todos los citados anteriormente, más las semillas de girasol, de calabaza y de sésamo, las cuales además contienen una gran cantidad de ácidos grasos esenciales. Se consumen crudas en ensaladas y bocadillos.

Las semillas germinadas poseen toda la fuerza vital y la energía de una futura planta y por lo tanto propiedades regeneradoras de gran potencia y un valor nutritivo excepcional. La alfalfa es una de las más refrescantes rica en vitamina C, hierro, pro-vitamina A y clorofila, pigmento que contienen todas las plantas verdes y que cumple una importante función depurativa y revitalizante. Todas las semillas germinadas se añaden crudas directamente a las ensaladas, también quedan fantásticas en un gazpacho o cremas de verduras frías, así como dentro de los bocadillos o tortillas.
Dicho de forma fácil y resumida la piel necesita una dieta sencilla, frugal, integral y pobre en sal.

Autor: Luisa Martín

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