miércoles, 20 de febrero de 2008

Botijos contra el Cambio Climático

Botijos contra el Cambio Climático


Botijos y cambio climático van relacionados ya que este antiguo y práctico utensilio recupera su utilidad día a día gracias a sus múltiples ventajas. Ante el cambio climático necesitaremos elementos baratos, prácticos y ecológicos como el botijo.


Demasiado a menudo imaginamos que tanto la lucha contra el cambio climático como reducir las emisiones tóxicas con efecto invernadero es algo que nos supera. El cambio climático no es más que una respuesta de la biosfera al ser ésta incapaz de hacer frente a la actividad insostenible de la civilización humana en estos últimos 150 años. Por eso, la lucha contra el cambio climático requiere recuperar la cordura. La razón que nos permite ser seres racionales. Es en nuestro ingenio y en la curiosidad donde subyace una parte del problema en el que nos encontramos como especie. Pero también es cierto que en la creatividad podemos hallar la fortaleza que precisamos. Ha llegado la hora de recuperar la cordura creativa para hacer posible que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando de la calidad de vida en este planeta.

El agua refrigerada en verano consume grandes cantidades de energía eléctrica en nuestras neveras. Pero, saciarse con agua fresca en verano hace milenios que está resuelto con el botijo o el cántaro. El botijo forma parte de la historia y la cultura mediterránea. Hecho de arcilla cocida pero con una mezcla que conserve la porosidad de este material. Gracias a esta porosidad, el botijo se comporta como la piel humana que deja salir el sudor para refrescarnos. De este modo el exudado del botijo se convierte en energía de refrigeración para el líquido que contiene en su interior. Es la denominada refrigeración evaporativa que permite que por cada gramo de agua que se evapora se consigan retirar 500 calorías del agua del botijo. Cuánto más calor en el ambiente, más fresca y saludable se conserva el agua. El botijo además hace una refrigeración sensata que nos ofrece una agua no muy fría y por lo tanto muy saludable por no perjudicar a la garganta.

La refrigeración de la nevera eléctrica en cambio además de consumir energía nos deja el agua a una temperatura que por contraste respeto a la temperatura corporal puede provocar varias dolencias, como por ejemplo dolor de garganta, etc.
Entendemos que hacer frente al cambio climático con un botijo, puede parecer un gesto sencillo. Sin embargo, beber agua fresca del botijo está en la línea de los pequeños cambios que plantea la campaña contra el cambio climático En este caso, el ahorro energético nos llega por poner un botijo en nuestro hogar, en nuestra oficina, en el puesto trabajo. Es un pequeño cambio pero poderoso. Además contribuimos a conservar esta cultura tradicional sensata que hoy en la era de la nanotecnología nos pensamos que ya no nos sirve.

Argumentos ecológicos para refrescar el agua con un botijo

  • Dónde estamos y cómo nos refrescamos: en las regiones de clima mediterráneo, con veranos secos y cálidos, y con previsiones al alza desde las alteraciones del cambio climático acelerado, las necesidades de ingerir el líquido elemento, el agua, a la temperatura más agradable lleva a que la refrigeremos empleando la tecnología de frío común, neveras y frigoríficos. Como toda tecnología electrodoméstica de servicio continuo, el consumo de energía es constante y varía en relación al número de aperturas y entradas de volúmenes a refrigerar por primera vez.
    No debe entenderse que se persigue una visión contra frigoríficos con la defensa del botijo versus la estrella electrodoméstica por excelencia. Hoy la batalla por el frío está ganada por los frigoríficos en los países desarrollados.
    En un gran número de espacios cotidianos, laborales y domésticos, el empleo del botijo como unidad de refrigeración natural por evaporación gracias a la estructura porosa conseguida en la cocción de la arcilla, reduce drásticamente el consumo de energía para mantener el agua a una temperatura óptima para la fisiología humana, alrededor de 20º C, agradable al paladar y la garganta. La consecuencia ambiental inmediata y continuada en el uso del botijo para refrigerio estival del agua de boca es que al no precisar energía eléctrica procedente de cualquier fuente energética en suministro a tecnología, en el caso de fuentes sucias como es la electricidad procedente de centrales térmicas o nucleares, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), CO2 (dióxido de carbono), CH4 (metano) y N20 (óxido nitroso) no renovables no existen, pero el servicio deseado es facilitado, beber agua a una temperatura agradable.
  • Restitución de la energía primaria: hay que citar que por supuesto y como en toda transformación de la materia, existe un consumo primario de energía para el acopio de la arcilla y los 15 minutos de cocción a 900º C en hornos cerámicos. Esta claro que un botijo consume energía y por lo tanto genera emisiones de GEI, pero sin duda y recibiendo los cuidados de uso apropiados para alargar sus servicios al máximo en el tiempo, la recuperación de ese volumen de energía consumida queda compensada con la energía no consumida para la refrigeración a lo largo de su ciclo de uso.
    Un botijo puede durar decenas de años, ahorrando el consumo de cientos de kilovatios eléctricos si su uso es continuado y realizado por diversos usuarios. Lo que el botijo realiza gratis, la compañía eléctrica lo cobra al inyectar kilowatios en el compresor que zumba en nuestras viviendas.
  • Agua siempre fresca sin moverse del lugar: otra apreciación de argumento ambiental es que el agua contenida en un botijo se mantiene óptima durante largo tiempo y guarda una relación con las condiciones ambientales externas y con el volumen de agua de su interior. Esto no ocurre con el agua refrigerada en nevera, que comienza a perder fuerza energética, frigorías, desde el primer momento que la sacamos del espacio frío, obligándonos a volver a introducirla si no queremos perder la cadena energética de frío acumulado en la masa térmica o estructura contenedora (botella o jarra) y volumen de agua.
  • Un símbolo del activismo y la cultura ambiental: en palabras del activista verde Mario Ortega, de Granada, beber agua desde un botijo supone un acto simbólico, una apuesta por la calidad, una demostración de que hay ingenios humanos que no han sido superados por ninguna tecnología actual ni en la sencillez de su belleza, ni el la calidad del producto que suministran. Beber agua refrescada en barro nos transporta a un universo sin sofisticación, más natural y humano, menos apresurado. Muchos actos sencillos suman a favor de cambiar nuestro modo de vida.
  • Agua fresca en lugares desconectados de la red eléctrica: si el botijo se convierte en un artefacto estrella del compromiso ecológico activo personal, familiar y amistoso allá donde el refrigerador nos oferta sus útiles servicios, es en los lugares donde la red eléctrica no llega con facilidad donde el botijo nos ofrece sus servicios más bondadosos y prácticos: obreros de la construcción y las labores del campo, amantes de los grandes espacios, en refugios y campings, cobijos alejados en entornos naturales, espacios para el recogimiento y la desconexión tecnológica, son algunos de los lugares donde el orgánico artefacto solo entregará refrescantes satisfacciones.
  • Estés donde estés: estés donde estés el uso del botijo es un acto práctico de relación positiva con todas las especies de un planeta que comienza a sufrir un cambio climático acelerado y que ojalá el planeta tuviese el mecanismo del botijo bioesférico para enfriarse sin perjudicar a nada vivo.


Autor: Terra org

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