jueves, 21 de febrero de 2008

La Contaminación Acústica

La Contaminación Acústica



Vivimos rodeados de contaminación, una a la que no damos mucha importancia es la contaminación acústica, siendo muy importante evitarla lo más posible. El estrés, el mal humor, dormir mal etc., pueden ser debidos a un exceso ce contaminación acústica.


¿Está usted continuamente estresado y no encuentra motivo real para ello?
¿Duerme mal por las noches?
¿Nota que está perdiendo capacidad auditiva?

Si ha respondido afirmativamente a estas preguntas es posible que usted esté pasando por un proceso de contaminación acústica.

Vivimos preocupados por la degradación ambiental que intoxica nuestro aire, nuestras aguas, nuestros alimentos y en general todo nuestro medio, y realmente tenemos motivos para inquietarnos. Sin embargo, demasiadas veces obviamos la grave contaminación acústica.

El ser humano posee un aparato auditivo constituido de tal manera que sólo puede soportar sin daño una carga acústica que se encuentre dentro de unos parámetros muy determinados. El hecho de que hoy en día sea normal que una motocicleta pase a nuestro lado emitiendo un fuerte ruido, o que una máquina hidráulica nos bombardee los oídos con sus fuertes golpes durante horas y horas, no significa ni mucho menos que sea inocuo para nuestra salud. Es cuestión de tiempo el que lleguemos a advertir las lesiones ocasionadas.

La problemática de la contaminación acústica es seria, entre otras circunstancias porque, cuando detectamos los primeros síntomas de daños, ya se ha producido una importante cantidad de trastornos en nuestro organismo, la mayoría de ellos consecuencia somatizada de un estrés continuado.

Tengamos en cuenta que en Europa se contabilizan cada año alrededor de un millón de personas diagnosticadas médicamente como "víctimas del ruido", entre patologías meramente auditivas y graves alteraciones de los sistemas nerviosos central y vegetativo.

¿Cuándo comienza realmente a perjudicarnos la contaminación acústica?

Los últimos estudios consideran como peligrosa para la salud la exposición a sonidos que oscilen entre 50 y 60 decibelios, y como manifiestamente nociva a partir de los 60 dB. Este nivel de ruido se alcanza demasiado fácilmente: gritos y discusiones, automóviles en marcha, un aparato de música a demasiado volumen, el centrifugado de una vieja lavadora, el chirrido de una máquina industrial, etc. Si hablamos ya de decibelios superiores a 80, estamos refiriéndonos a una verdadera agresión física.

Evidentemente, si no vivimos en una zona rural, nos será ciertamente difícil protegernos de la contaminación acústica en nuestro trabajo o en la calle. Sin embargo, sí podemos hacer algo para disfrutar de unas horas de tranquilidad y un buen sueño, protegiendo nuestro hogar de las agresiones por el ruido. El límite deseable de exposición máxima de sonido para las viviendas es de 55 dB, y según la directiva de la CEE de 1986, el nivel de ruido inocuo en una vivienda urbana debería oscilar entre 30 y 40, pero esto no siempre es fácil de lograr en muchas áreas urbanas. Por ello, vamos a ver algunas precauciones básicas para conseguir un mejor aislamiento acústico de nuestras casas.

Consejos para el aislamiento acústico de la vivienda

  • Si va a trasladarse próximamente a un nuevo hogar, aproveche la circunstancia para elegir una vivienda alejada de fábricas e instalaciones industriales, y elija una residencia cerca de un parque o zona verde antes que al pie de una calle concurrida y con exceso de tráfico.
  • Opte por revestir sus suelos con alfombras de lana, moquetas o grandes jarapas de algodón.
  • Las paredes absorben mejor el ruido si se recubren de papel pintado, mejor cuanto más rugoso.
  • Cuide la calidad de sus ventanas. Instale doble acristalamiento. Las cortinas también absorben buena parte de la contaminación acústica procedente del exterior.

La contaminación acústica en el trabajo

La más peligrosa fuente de contaminación acústica.
Si bien cualquiera de nosotros puede acomodar nuestra vivienda de modo que en su interior se permanezca dentro de un límite de decibelios más o menos razonable, lamentablemente no todos podemos decir lo mismo de nuestro lugar de trabajo. El taller, la empresa de transporte, la fábrica o la inocente oficina, suelen estar diseñados en vistas a una mayor producción, y muy pocas veces teniendo en cuenta la salud auditiva y psíquica de sus empleados: las máquinas de producción, los motores, las fotocopiadoras, las máquinas de escribir, las impresoras, y en general todos aquellos generadores de estímulos sonoros discontinuos (ruidos repetitivos con un intervalo de más de 2,5 segundos entre ellos), son importantes fuentes de agresiones auditivas.

El riesgo de pérdida de capacidad auditiva se incrementa tanto con el nivel de decibelios soportados como con la cantidad de años durante los que permanecemos expuestos al ruido, de tal modo que después de cuarenta años de trabajo bajo una presión de 100 dB, por ejemplo, podemos habernos convertido en auténticos "sordos".



Autor: Ana Fernández

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